Liverpool vs Burnley – Crónica

Hace calor fuera pero parece Navidad. Y tengo esta sensación porque hoy se ha encarnado el ansiado rencuentro entre dos seres que se aman profundamente, el Liverpool de Klopp y la afición de Anfield.

Mucho se ha debatido en esta última semana sobre cómo hubiera sido la vuelta de más de 50.000 personas en el templo del Mersey. Todos coincidimos con las palabras de nuestro entrenador, no hay mejor juego que el fútbol con público.

La comunión entre equipo y afición ha sido clave en determinados puntos del partido y ha sido diferencial sin duda.

El Liverpool empezaba el partido con algo de nervios y atascado por el planteamiento del Burnley. No soy estimador de su juego pero si de su entrenador Sean Dycke. Primero porque es un entrenador que desde hace casi una década está obrando milagros con un equipo bastante mediocre, segundo porque a la sonrisa de una top-model prefiere la de un central tosco al que le falta algún diente y tercero porque el buen Sean sería capaz de pedir un bocadillo de calamares en McDonalds y lo conseguiría servido por el mismo Roland con disfraz de chulapo.

El gol que abre la lata lo conseguiría Jota con un óptimo golpe de cabeza tras el centro de un sublime Tsimikas. Mención especial para el griego que de puntilla ha entrado en el 11 y que ha demostrado en los últimos dos partidos que Robbo puede recuperarse tranquilamente. A raíz del gol el Liverpool ha jugado mucho más suelto aunque sin pisar el acelerador. Otra gran sorpresa la de Elliott que ha marcado un debut que nos hace entender porque aún no hay sustituto para Gini. El joven inglés ha dado un gran paso adelante demostrando que no es un diamante en bruto si no un diamante a solas. Le ha sido negado un assist tras la justa anulación del gol de Salah por fuera de Juego y aún así ha sido de los mejores del partido, tanto de medio centro como de media punta en la segunda parte.

La primera parte se ha cerrado con una sensación agridulce parecida a la de la última temporada que ha sido el preludio del inicio de la segunda parte. El Burnley ha salido creyendo en el empate y casi da la sorpresa con el gol de Barnes que no ha salido al marcador tras el evidente fuera de juego. Abro mi parentesis habitual, toda mi solidaridad a Barnes y Wood que desde hace un lustro se dedican a rematar pianos, rematar melones y cabezear ladrillos.

A partir de allí la mejora en el juego ha sido muy evidente hasta llegar al gol de Mane. Lo que se llama la vuelta del Liverpool versión 2019-2020, Van Dijk ensanchando el campo con un pase de 60 metros, Elliott que hace un control de fiera de serie, pase para Trent, balón en profundidad para Mane que con una proeza acrobática mete dentro el gol del 2-0. En el final hay tiempo para una gran parada de Alisson sobre Jay Rodríguez (aunque en fuera de juego), un milagro del portero brasileño sobre Barnes (gran mano) y finalmente un gol fallado por Mane tras un gran pase de Salah.

Y por terminar estaba Anfield, su ambiente, sus personas. Aquel lugar donde los ataques se hacen más eléctricos y dónde Tsimikas se permite de salir de 3 contrastes en el minuto 92.

Ha vuelto Anfield, ha vuelto el Liverpool, ha vuelto una parte de nuestra normalidad.

image: NBC Sports ProSoccer Talk

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